- ¿Sabes de quién voy a hablar en la tarde?
- Claro que sí. De Paulo, uno de los más grandes arquitectos de Brasil.
- Para mí, del mundo.
Por casualidad oí este breve diálogo entre Eduardo Souto de Moura, Pritzker 2011, y Joanna Helm, Directora de Contenidos de ArchDaily Brasil, cuando esperaba entrar al Auditorio de Ibirapuera para las actividades de la X Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo. Aquella misma tarde, un puñado de arquitectos y estudiantes llenó las butacas del auditorio para ver compartiendo escenario a Souto de Moura y Paulo Mendes da Rocha.
Cumpliendo 88 años de vida, Paulo Mendes da Rocha está viviendo un año increíble, al menos en el plano profesional. Desde mayo hasta la fecha, ha sido galardonado con tres de los principales premios de la arquitectura internacional: el León de Oro de la Bienal de Venecia, el Premio Imperiale de Japón y la RIBA Gold Medal 2017. A estos, se suman el Premio a la Trayectoria Profesional en la I Bienal Iberoamericana de Arquitectura en 1998, el Premio Mies van der Rohe de Arquitectura Latinoamericana (MuBE en 1999 y Pinacoteca de Sao Paulo en 2000) y el más importante de todos: el Premio Pritzker en 2006.
A pesar que comienza a faltar espacio en su estante de trofeos y medallas, el día a día de Paulo parece haber cambiado poco con esta colección de premios que su obra ha sido capaz de reunir. La misma oficina, la misma sala en el IAB-SP, los mismos trajes. Las ideas de Paulo tampoco cambian: humanista, en las diversas entrevistas que ha dado en los últimos años -y sobre todo en los últimos años- quedan claros sus ideales de arquitectura y ciudad. "Tonteras", "absurdo" y "despropósito" son los adjetivos con que Paulo frecuentemente asocia la apropiación del espacio público por parte del automóvil y la sumisión del espacio urbano al interés del capital inmobiliario, aspectos lamentables de la ciudad contemporánea que se muestran especialmente voraces en Sao Paulo, también palco de bellas joyas de la arquitectura internacionalmente reconocida de Mendes da Rocha.
En diversas ocasiones, divagando largamente durante las entrevistas que concede a periodistas y arquitectos de Brasil y del mundo, Mendes da Rocha es enfático en señalar que "sabemos lo que no queremos hacer". Sesenta y dos años de carrera (se tituló en 1954) podrían ser suficientes para tener certeza de lo que no quiere y lo de lo que busca evitar con su arquitectura. Pero, ¿qué es lo que quiere Paulo Mendes? Abierto a los caprichos y particularidades de los contextos donde interviene, no responde con exactitud.
Pero da pistas y pueden ser descubiertas en la serie de entrevistas, artículos y noticias a continuación sobre Paulo Mendes da Rocha, el León de Oro de Brasil.
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